Bobby era un perrito Terrier propiedad de un policía llamado
John Gray. Durante dos años fueron inseparables hasta que el dueño murió de
tuberculosis. Fue enterrado en el cementerio Greyfriars en la Old Town de
Edimburgo y la historia cuenta que Bobby pasó sus 14 años de vida posteriores a
la muerte de su amo viviendo al lado de su tumba.
Era tan popular que en 1867, cuando en Edimburgo se aprobó una norma que obligada a registrar a todos los perros vagabundos, Sir William Chambers (alcalde de la ciudad) decidió pagar la licencia de Bobby para salvarlo de una muerte segura.
Actualmente puede leerse una lápida con la leyenda "Greyfriars Bobby murió el 14 de enero de 1872 a los 16 años. Su lealtad y devoción es una lección para todos". En su tumba nunca faltan juguetes y dibujos entregados por los niños.
Un año después, Lady Burdett Coutts le construyó una estatua
en su homenaje, que hoy en día es una atracción más de la ciudad.
En 1961 se estrenó la película Greyfriars Bobby producida por los estudios Disney.
Además, se pueden contemplar antiguas tumbas rodeadas de
jaulas de hierro con cadenas y candados para evitar que se robasen los
cadáveres por parte de traficantes que los entregaban para clases de anatomía a
cambio de unas monedas.
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